Como barro en manos del alfarero. Existe un cierto nivel de perfección en el trabajo que el Señor ha realizado en nuestras vidas. Nosotros somos el barro y Él es el alfarero. Nos moldea conforme a su voluntad, criterio y creatividad. Tiene claro los planes que tiene para nosotros y para que podamos cumplirlos, necesita trabajar en nuestra fe